por Albana Moreira, Claudia Muller, Ana Castillo, Inés Castro Almeyra, Tania de Tomas, Virginia González, Constanza Boix, Valeria Delfino, Flora Proverbio, Hugo Articardi, Grazziella Volpi, Claudia Sirlin, Fernando Berriel, Gabriela Garbarino, Javier Landinelli, Leonel Molinelli, Agueda Restaino, Mirta Turino, Sonia Vázquez
En Uruguay las personas mayores de 60 son un grupo numeroso, con un importante peso en la población. Hoy hay aproximadamente 710.271 personas de esta edad en Uruguay y la tendencia que estiman los demógrafos es a un aumento de su peso en el futuro para el conjunto de los uruguayos.
Las mujeres tienen un peso relativo mayor en este grupo que en el conjunto de la sociedad porque tienen una mayor esperanza de vida que los hombres.
Una particularidad de este grupo poblacional es que las personas 60+ tienden a tener menos educación formal que los adultos más jóvenes, porque en su juventud la educación formal obligatoria era solamente para la etapa de Primaria, y sólo unos pocos continuaban su formación en secundaria o la universidad.
Probablemente este grupo etario en el futuro sea más educado, ya que las tendencias posteriores en materia educativa hacen que el tramo menor, personas de entre 40 y 60 años hoy tenga más educación formal concluida que los 60+.
Los niveles de ingreso de este segmento de población son variados, pero tienden a vivir en hogares de pocos integrantes (por lo tanto, con menos gastos fijos) y la mitad percibe ingresos (jubilaciones, salarios o pensiones) superiores a U$S 1.100. Pero la otra mitad percibe ingresos menores a esa cifra, lo que en pesos uruguayos equivale a montos inferiores a los 48.000 pesos uruguayos.
Históricamente se ha hablado de que la jubilación es una etapa difícil, porque las personas no tienen incentivos para hacer cosas, y la vejez se asocia con el detenimiento o enlentecimiento de la vida.
Pero este estudio muestra que, para muchas personas de 60+, el retiro marca solamente el inicio de una nueva etapa activa, en la que se retoman viejos o postergados sueños, se aprenden hobbies o se adquieren conocimientos, se aprovecha el tiempo libre para salir y disfrutar de la vida.
La encuesta muestra un grupo considerable de personas 60+ que realizan varias de estas actividades frecuentemente. De hecho, casi siete de diez personas de 60+ tienen un hobbie y más de seis suele salir (o lo hacía antes de la pandemia) con cierta frecuencia con su pareja o amigos. Más de la mitad realiza con cierta frecuencia turismo en Uruguay, pero menos de un tercio viaja fuera del país. Casi cuatro de diez sale de noche con amigos o pareja y un grupo similar concurre a espectáculos.
La mitad hace ejercicio físico y lee libros, un tercio va a un club o una iglesia y un quinto participa de talleres y cursos.
Las actividades pagas las llevan adelante el grupo de 60+ con más ingresos y entre las otras también hay poca presencia de los 60+ con menos ingresos, ya que la movilidad a esta edad también implica un costo importante. Este costo extra limita a buena parte de los 60+ que por su situación económica no puede participar de estas actividades más allá de que la actividad en sí misma no se pague o su costo no sea muy elevado.
Otro sub segmento de este grupo se ve limitado por motivos físicos, sobre todo el tramo de más de 75 años. Luego de esa edad baja sensiblemente la actividad.
La calve para la participación en estas actividades son los ingresos y el estado de salud, pero también lo son las redes establecidas. La investigación muestra la importancia de contactos que informen o inviten a estas actividades. Muchas personas 60+ no participan o no llevan adelante algunas de estas actividades porque no las conoce o no saben que existen. Las redes de contactos o personas que los referencien parecen estar más presentes en los 60+ con más ingresos.
Las personas de estos grupos con menos ingresos tienen menos contactos con sus congéneres y por tanto menos fuentes de información.
Otra de las diferencias importantes apreciadas en el estudio son las que se dan entre hombres y mujeres. Las mujeres suelen ser más activas que los hombres. Las diferencias más marcadas se dan en la lectura de libros, en la participación de cursos y talleres y en la pertenencia a clubes o iglesias.
Las personas 60+ de Montevideo tienen una vida más activa que la del interior, pero esto tiene que ver en gran medida con la diferencia de oferta de actividades para este público. En Montevideo hay una oferta mayor de actividades para los 60+ que la existente en el interior del país. Como contrapartida en el interior las redes funcionan mejor, y cuando existen actividades todos se enteran y pueden participar de ellas, mientras que en Montevideo cuesta más que las personas conozcan toda la oferta.
La jubilación para las mujeres parece ser una etapa más deseada, porque está acompañada por cierta liberación, mientras que los hombres la viven más como una pérdida de su “razón de ser”, el trabajo remunerado.
Muchas mujeres sienten que recuperan su tiempo, ya que sin el trabajo y sin las obligaciones domésticas (o con estas disminuidas) pueden retomar actividades postergadas, hobbies, actividades artísticas, creativas. Algunas descubren en esta etapa nuevos gustos y nuevas formas de disfrutar.
Pero también algunas se ven muy presionadas por sus hijos para cuidar y hacerse cargo de sus nietos, tarea que casi se vuelve una “obligación moral” en algunas familias. Otras se ven obligadas a hacerlo por cuestiones prácticas, porque su trabajo como cuidadora ahorra mucho dinero a las familias. Esta “obligación” por lo general recae sobre las abuelas y mucho menos sobre los abuelos.
De hecho, casi cuatro de diez 60+ dedican horas de la semana al cuidado de familiares, nietos, hijos o sus propios padres. Lo cierto es que la mayoría, cuando se retira o disminuye su carga laboral, experimenta deseos de realización en áreas que fueron postergadas. El estudio cualitativo muestra este deseo y entusiasmo en un grupo importante de 60+.
Pero las personas 60+ se encuentran con una oferta limitada para estas actividades, y las demandas sobre todo se dirigen a actividades o lugares que les permitan vincularse con otros, socializar. Reclaman que faltan lugares para reunirse con amigos o salir a divertirse. También afirman que falta oferta de cursos o talleres donde adquirir nuevas habilidades o ejercitar las que ya tienen. Y en tercer lugar resaltan la escasez de oferta de actividades turísticas, sobre todo dentro de Uruguay.
En definitiva, reclaman la falta de actividades que se hacen fuera de su casa, que les implican salir de su cotidianeidad para hacer cosas distintas, entretenidas, que les permitan estar con otros, socializar y disfrutar de su tiempo. Pero salir en estos momentos para esta población implica moverse a lugares y por medios que no siempre son amigables, por tanto, valoran todos los apoyos que les permitan acceder a estas actividades.
Esta es otra de las áreas donde la oferta de opciones se percibe insuficiente o no está al alcance de este público.