La categoría “adulto mayor” ya no responde a los arquetipos del señor con bastón y de la abuelita del té Mazawattee.
por Laura Marajofsky
El ingreso a la sexta década de vida tampoco es más un tobogán hacia el retiro, ni la jubilación se ha vuelto el fin de la productividad.
Con los avances de la medicina y la tecnología, que le han permitido al ser humano extender notablemente su expectativa de vida, llegar a la llamada “tercera edad” no implica entrar en tiempo de descuento. Incluso, hasta ese mismo término se encuentra hoy bajo discusión.
Ha nacido la Generación Silver (en referencia al color de las canas), que avanza como segmento de interés para el mercado del consumo, en tanto se resignifica como etapa activa en relación al trabajo, el fitness, los vínculos socioafectivos, la salud y, sobre todo, la sexualidad.
¿Cuáles son las claves de esta nueva madurez que llegó con el siglo XXI?
Con el horizonte más lejos
Estamos viviendo tiempos cambiantes desde el punto de vista demográfico, en particular en America Latina, que se consideró por mucho tiempo “el continente joven”.
Para el año 2090, y según proyecciones de las Naciones Unidas, tendrá un porcentaje de personas mayores de 60 años más grande que Europa y América del Norte (34,40 por ciento).
Difícil de creer, pero de acuerdo a Tsunami LATAM (el mayor estudio comparado hecho sobre la madurez en la región), en los próximos 30 años el porcentaje de latinos mayores de 65 se duplicará, alcanzando el 18 por ciento.
Está claro que ya estamos viviendo más tiempo. En la Argentina de 1960, la esperanza de vida al nacer era de 65 años. Hoy es de 76. Este aumento se debe a los avances en salud, que incluyen la popularización de los antibióticos y las campañas de vacunación que neutralizaron enfermedades que antes eran mortales.
Hay un dato complementario: las tasas de natalidad vienen en baja en los últimos 40 años. El resultado: una sociedad donde crece menos el sector infantil y juvenil y, en cambio, se ensancha el territorio de los adultos mayores.
Por lo tanto, es razonable que nos empecemos a preguntar cómo vamos a transitar este período de nuestras vidas, también referenciado como “revolución senior”.
Según Tsunami LATAM, hay consciencia de que podemos vivir no sólo más, sino mejor: el 21% de la gente cree que puede llegar a los 100 años y ocho de cada diez ya planean cómo vivir los momento difíciles de la ancianidad para no depender de nadie.
Según una encuesta, en Latinoamérica, el 21% de la gente cree que puede llegar a los 100 años.
“ Gracias a la ciencia, vivimos más y mejor “, confirma Gaba Najmanovich, consultora y analista de tendencias de consumo y marketing. “Antes, a los 60, los humanos ya éramos viejos, pero hoy, incluso después de la jubilación, se sigue construyendo una vida, no empieza la pasividad.
De hecho, en los países nórdicos o en Suiza, ya se habla de retrasar la edad de retiro, justamente porque conservamos nuestras habilidades y capacidades por más tiempo. Es que tanto la cognición como las habilidades físicas se mantienen sólidas hasta muy pasados los 70″, apunta Najmanovich.
¿Todos envejecemos igual?
Lo primero que debemos preguntarnos es de qué hablamos cuando hablamos de tercera edad y por qué hoy las definiciones clásicas, a la luz de las fluctuaciones de los ciclos vitales en la sociedad moderna, pueden resultar obsoletas.
“El término tercera edad, que estuvo de moda para referirse a las personas mayores, no surge como denominación para ellas, sino que nace como mirada social de los años en relación al mercado de trabajo, que va a necesitar dividir a la sociedad según el sistema productivo: estudio, trabajo y retiro”, explica Julieta Oddone, socióloga y directora del Programa Envejecimiento y Sociedad de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
“Hay un momento en que se pretende remozar la fuerza de trabajo y es cuando se crea la idea de jubilación, y con eso se va a definir a la tercera edad o la edad del retiro, pero que en realidad no determina ni la vejez ni el envejecimiento”, contextualiza.
Hoy podemos hablar de “vejez diversa”. Las trayectorias no están atadas a las edades como en el pasado, y los roles y expectativas se han flexibilizado. En este sentido, Oddone señala que no podemos hablar de la vejez ni de la tercera edad de una forma normativa e igual para todos.
“En realidad, la vejez es el producto de una historia biológica, pero también de una historia biográfica”, advierte.
“Es decir, depende del desarrollo de la vida en un contexto histórico y social, en una familia determinada, en una situación de pobreza o riqueza, en un ámbito rural o urbano, según las cargas de trabajo que se han tenido… De todo esto resultan distintas maneras de envejecimiento. De ahí el concepto de diversidad en el envejecimiento o envejecimiento diferencial. No existe una vejez uniforme dada la variabilidad que se registra en el proceso”, señala Oddone.
El momento es hoy
En la Argentina contamos con una expectativa de vida proyectada para el año 2050 que llega a 82 años.
“La generación X -que abarca a los nacidos en las décadas del ’60 y el ‘70- es la primera que tiene ciento por ciento de conciencia de que puede llegar a vivir ochenta años. Entonces, por ende, somos la primera generación que debería estar preparándose para eso. Pero de eso todavía no se habla. ¿Por qué? Porque envejecer es uno de los grandes tabúes que persisten en nuestra época”, advierte Miriam De Paoli, cofundadora de No Pausa (start up dedicada a generar soluciones para el climaterio/ menopausia) y de Data8, ( think tank latino-americano que estudia la longevidad en la región).
En la Argentina contamos con una expectativa de vida proyectada para el año 2050 que llega a 82 años.
De Paoli plantea que no estamos hablando de un futuro todavía conjetural sino del presente más rabioso: “ Ya estamos viviendo más tiempo y es ahora que tenemos que acompañarlo con mayor calidad de vida”.
Marketing de plata
Si la economía en torno a la Generación Silver fuera un país, hoy sería la tercera del mundo, detrás de la de los Estados Unidos y la de China, según el estudio Tsunami LATAM, y el 40% del consumo mundial corresponde a mayores de 65.
Pese a esto, el marketing senior sigue siendo deficiente -por no decir malo-, y sólo una minoría de las publicidades muestra a personas mayores.
La cultura continúa siendo gerontofóbica, a tal punto de que dos de cada diez latinoamericanos de más de 45 años no se ven representados en el universo de la comunicación y del entretenimiento, también de acuerdo al mismo estudio.
La cultura continúa siendo gerontofóbica, a tal punto de que dos de cada diez latinoamericanos de más de 45 años no se ven representados en el universo de la comunicación.
A su vez, una investigación de 2019 del Geena Davis Institute encontró que sólo el 7% de las publicidades que se presentaron en el Festival Cannes Lions tenían protagonistas mayores de 60 años. Los que más se mostraban, además, eran hombres.
“Hay un trabajo sobre estereotipos de vejez”, aporta Najmanovich, quien asesora a empresas en estas cuestiones.
“Esto implica replantearnos también ideales rígidos como el elogio a la juventud. Al tener la posibilidad de observar a adultos activos, deportistas, cancheros, independientes y hábiles, podemos rediseñar el imaginario de lo que puede ser envejecer”.
Y agrega: “La idea del adulto mayor que necesita ayuda y depende de otros ya perdió vigencia. Rebeldes como Iris Apfel, la diseñadora estadounidense de 101 años que es ícono de la moda, también tienen su parte en esta reconstrucción. Las marcas recién ahora se animan a poner en afiches pelos blancos, sobre todo de mujeres”.
Viejos son los trapos
Se denomina “edadismo” a la discriminación por razones de edad. Según un informe elaborado por las Naciones Unidas, una de cada dos personas muestra actitudes “edadistas”.
La socióloga argentina Mercedes Jones, quien integra el Movimiento Iberoamericano StopEdadismo, señala que este tipo de comportamiento negativo puede ser autoinflingido, en tanto tambien surge de quienes se muestran como los “viejitos” que los otros quieren ver.
“La longevidad positiva es un camino a explorar, no hay senderos ni recetas, y como dicen los especialistas de la Universidad de Stanford, en este momento estamos cartografiando el nuevo mapa de la vida. Nos demos cuenta o no, cada uno de nosotros tenemos altas probabilidades de ser longevos y esta es una aventura individual, familiar y colectiva”, asegura.
Al grito de “¡Viva la Longevidad! “, el Movimiento Iberoamericano StopEdadismo trabaja para concientizar sobre la discriminación que se sufre por la edad, que se suma a las padecidas por el sexo, la clase social, el peso corporal y las discapacidades.
“La innovación silver es como una cascada plateada que va transformado el concepto que teníamos de la vejez, gris y negativo, para poner en primer plano el de la madurescencia, ya no el de la vejez y la decadencia”, aclara Mercedes Jones.
Y agrega: “ Yo recomiendo hablar de la cuarta edad, y hasta de quinta edad: la tercera edad ya nos queda corta. Las personas súper longevas están acá: no necesitamos ir a las zonas azules (lugares donde la esperanza de vida es más larga), para ver a personas de más de 100 años. En la Ciudad de Buenos Aires hay miles, según un estudio de 2018 de la Universidad Católica Argentina”.
Tecno sexo
La potencia de la Generación Silver se expresa, por ejemplo, en el campo de las relaciones de pareja.
Las apps de citas hallaron una veta de rentabilidad y crecimiento asociada a los seniors que buscan aventuras románticas y sexuales, pero en entornos digitales más amables.
Como una reacción a este escenario, cuarenta y cinco aplicaciones del rubro, entre las que se encuentra Tinder y OKCupid, se aglutinaron en Ourtime, un portal de citas que se caracteriza por apostar al nicho de la nueva madurez.
Es que según un estudio de la consultora norteamericana Choice Mutual de 2021, al menos un tercio de las personas mayores de 55 años tuvo citas a través de servicios virtuales en los últimos cinco años.
Según una consultora norteamericana, un tercio de las personas mayores de 55 años tuvo citas a través de servicios virtuales en los últimos cinco años.
Buscando diferenciarse de las apps que normalmente usan los millennials, Ourtime ofrece perfiles verificados y mayor soporte y asistencia, garantizando la discreción y la seguridad como atractivos.
“Estamos viendo por primera vez a una generación mayor que se anima a hablar de un placer sexual no reproductivo”, explica Miriam Di Paoli, de No Pausa. “Personas para las que el paso del tiempo no significa la muerte en vida de cosas que hacíamos cuando, entre comillas ,éramos jóvenes”.
Lo que esto deja claro es que ni el climaterio ni la andropausia clausuran el deseo y el placer.
“ Una mujer podrá dejar de ser reproductiva, pero eso no significa dejar de ser productiva, mucho menos dejar de sentir deseo y de ser deseada. Hoy día ya es bastante más común encontrar oferta y servicios para esa sexualidad madura. Hay varias iniciativas en Europa y en los Estados Unidos mirando exactamente ese público, que muchas veces busca el placer sexual, pero también compañía, una persona para hablar, para charlar”, concluye Di Paoli.
Mujeres que desean
Y si de resignificar el erotismo y la sexualidad post-60 se trata, hay dos series recientes que hablan de esto. Una es Grace and Frankie (Netflix), protagonizada por las estrellas Jane Fonda (84) y Lily Tomlin (83), en la que las protagonistas fundan una compañía de vibradore s para mujeres mayores con problemas de movilidad.
Otra es Julia (HBO Max), sobre la vida de la cocinera Julia Child, en donde se muestra el amor, la sexualidad y el erotismo en la edad adulta (y post menopausia) con total naturalidad, abonando la idea de que se puede seguir siendo relevante, trabajar, crear y disfrutar aún en la madurez.
El problema, una vez más, radica en los estereotipos. Según un estudio de la marca Dove realizado en 10 países, incluido la Argentina, el 93% de las mujeres cree que la sociedad tiene ideas equivocadas sobre ellas cuando tienen más de 50 años. A saber:
1) “No son productivas para la sociedad” (71%).
2) “No disfrutan del sexo” (72%).
3) “No se preocupan por su aspecto físico” (70%).
4) “No tienen una vida social activa” (69%).
Asimismo, el 91% de las argentinas cree que es tiempo de que la sociedad cambie su manera de ver a las mujeres y el envejecimiento, con una mayoría orgullosa de decir su edad.
Mirar en positivo
Algo de esperanza puede encontrarse en la reciente reivindicación del paso del tiempo en algunos ámbitos como los de la moda y la belleza, con el uso de las canas, el movimiento “age-positive” (ver hashtags como #agepositive o #sistersilver) y los modelos de la tercera edad.
La cultura pop, lentamente también acompaña, si pensamos en el éxito de series como las ya mencionadas, a las que suma la perspectiva masculina del asunto con El método Kominsky, producción de Netflix protagonizada por Michael Douglas(77), sobre un actor silver que se niega a perder su lugar en la industria del espectáculo.
La vigencia en Hollywood del comediante Larry David (75) y de la actriz Helen Mirren (77), o aquí de Mirtha Legrand, quien a los 95 años ha regresado con su clásico programa de televisión, permiten abrir esperanzas de que la cultura del edadismo empieza a retroceder, también en el show business.
Yo me muestro
Los boomers (quienes fueron jóvenes en los ’60) también se han vuelto tendencia en plataformas jóvenes como TikTok. Es que si sumamos que son personas experimentadas, con buena salud física y mental, y sobre todo, tiempo disponible, la ecuación es evidente.
Ya lo explicaban desde el New York Times hablando de los abuelos de TikTok o “Grandfluencers “, un fenómeno de redes en el que tanto hombres como mujeres mayores comunican, muestran su día a día y marcan tendencia.
¿Quiénes son ellos? Desde figuras de la moda como la ya citada diseñadora centenaria Iris Apfel, hasta personas comunes y corrientes como los Old Gays, un grupo de cuatro varones de más de 60, homosexuales y amantes del nudismo, que hablan de sus novedades -recuperación de operaciones, problemas de salud y otros-, y graban videos con miles de vistas.
Otro colectivo es Retirement House, un grupo mixto e interracial de personas de más de 70 años, que graban videos graciosos, con canciones de moda y bromas.
Preparar(se) el futuro
Si no existe una vejez normativa, sino que depende del contexto personal (variable) y social (en constante cambio), a lo que estamos asistiendo es a una puja generacional por los recursos de la cual todavía no se habla demasiado.
Sobre esto opina Miriam De Paoli: “ Hoy, a los 65 años, una persona se siente muchas veces en el auge de sus capacidades. Pero tiene que dejar espacio para los que están viniendo. ¿Cómo vamos a lidiar con ese tema en el futuro? Una persona de 80 años se va a reinventar por lo menos tres veces”.
Esta realidad se inserta en otra, la de las leyes laborales, que también está en el foco del debate.
“ Los que tenemos 40 o 50 años ya no vamos a poder jubilarnos de la manera tradicional, y con el aumento de la expectativa de vida vamos a necesitar generar plata por más tiempo, pero también vamos a tener que imaginar cómo va a ser ese espacio que vamos a ocupar en relación al mercado de trabajo. Esta puja intergeneracional por los espacios es para mí uno grandes temas de las próximas décadas”, apunta De Paoli.
Vale resaltar que la empleabilidad de los adutos mayores baja a medida que aumenta su edad, sin corresponderse necesariamente con sus capacidades reales o, incluso, con su potencial.
“Durante la pandemia, los trabajadores de más de 50 años han tenido una mayor incidencia en el desempleo. Y, además, a alguien de esta edad se le hace más difícil encontrar otro puesto laboral. Digamos que suelen ser desempleados de larga duración”, explica Julieta Oddone, la socióloga de FLACSO.
Otros datos para tener en cuenta: el 25% de quienes trabajan en la Argentina son +50, pero 8 de cada 10 búsquedas laborales excluyen a los +45. ¿Qué hacemos con esta falta de sincronía entre oferta y demanda?
El 25% de quienes trabajan en la Argentina son +50, pero 8 de cada 10 búsquedas laborales excluyen a los +45.
Por eso, hablamos mucho de la sabiduría senior, pero resta ver si el mercado sabe qué hacer con esa sabiduría. Mientras se ve una apertura en el debate, también atravesamos una constante paradoja: vivimos más, pero a su vez estigmatizamos y marginamos a la sociedad envejecida.
Quizás una clave para pensar esta nueva madurez del siglo XXI es entender que cumplir 60, 70 u 80 ya no marca el fin de nad a, y que de hecho, puede ser el comienzo una nueva etapa desde el autoconocimiento, la experiencia, el goce y la proyección.
“No es que las personas no puedan trabajar a los 70 u 80. Por el contrario, muchas lo hacen. Lo que hay que ver es si el sistema económico y el mercado laboral admiten esta mano de obra. Las sociedades en sí mismas no se han pensado ellas mismas como viejas. Hubo viejos en todas las sociedades, pero ésta es la primera vez en la historia que las viejas son las sociedades, y las sociedades aún no están a la altura de los silver que vendrán”, cierra Oddone.
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