En el mercado actual en constante evolución, es fácil que las empresas olviden lo único que realmente importa a los clientes: la simplicidad.
Uno de los eslóganes políticos más conocidos cumplió 30 años el año pasado. En 1992, James Carville, estratega de la campaña presidencial de Bill Clinton, quería reducir la importancia de la economía en apuros en la mente de los votantes con su ahora famoso mantra: “La economía, estúpido”.
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