El término propósito tiene muchos significados, especialmente cuando se usa en el contexto de una empresa. Para unos es una motivación –un porqué–; para otros, una estrategia, una marca, una frase inspiradora, una finalidad superior, la emprendeduría social, el impacto medioambiental, la responsabilidad social, la sostenibilidad. Y a estos se suman los que, al ver que está de moda, lo utilizan para hablar de cosas que poco o nada tienen que ver con el propósito.
por Carlos Rey, Universitat Internacional de Catalunya
Como consecuencia de tanta polisemia y uso manoseado del término, cuando hablamos del propósito a menudo se cae en un diálogo de besugos: conversaciones sin coherencia lógica en las que se utilizan los mismos términos con significados diferentes.
Dimensiones del propósito
El primer hallazgo que realicé cuando, en 2008, empecé mi tesis doctoral fue que, en general, el propósito fracasa en las empresas porque usamos el término sin llegar a entender su verdadero significado.
Como solución, con la supervisión, apoyo y paciencia de mi director, Miquel Bastons, defendí un modelo de misión basado en tres dimensiones:
- Formal (la declaración del propósito).
- Motora (la motivación interna de las personas).
- Dinámica (el impacto en el mundo).
Las tres dimensiones, aplicadas al término propósito, forman lo que llamamos el modelo tridimensional del propósito, simbolizado en forma de triángulo bajo la representación gráfica de cabeza-corazón-manos.

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