Despejamos las dudas que rodean a este trastorno de desarrollo neurológico mostrando las evidencias neurocientíficas que respaldan su diagnóstico y tratamiento.

por Teresa Rossignoli Palomeque, Universidad Nebrija


Los niños con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) no tienen un trastorno de conducta, ni les faltan normas o límites, ni son vagos. Sus cerebros maduran de forma distinta, con patrones diferentes de actividad cerebral y con ciertas diferencias a nivel neuroquímico: es por lo tanto un trastorno del neurodesarrollo.

Esta base neurológica se manifiesta en dificultades atencionales, desorganización o hiperactividad e impulsividad. Aunque estas condiciones son más notorias en la infancia, donde se estima una prevalencia del 5 %, en ocasiones el TDAH persiste en la edad adulta (donde la prevalencia es el 2,5 % de la población). El TDAH tiene impacto social, académico y laboral .

Además, aunque hay factores de riesgo (por ejemplo, madres fumadoras durante el embarazo o bajo peso al nacer), no se ha demostrado que dichos factores causen en sí mismos TDAH. Los factores genéticos tienen un papel más relevante: un (74 %) de los casos son hereditarios. Este aspecto refuerza el origen biológico del trastorno.

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Fuente: https://kwfoundation.org

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